domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Y ahora...?

Mi marido se levanta temprano para irse a trabajar. Normalmente me levanto con él, pero hoy no. Tengo sueño y me encuentro cansada. Me quedo un ratito más en a cama, solo cinco minutos más mama... Me acurruco en la cama y enrollo el edredón contra mi pecho, hace frío fuera, los cristales están empañados por el vaho. Bien, no sabría decir si me he quedado dormida o no, se que estaba pensando en algo, y al momento siguiente empezaba a pensar en otra cosa, temas muy inconexos. Entonces lo noto. O más que notarlo debería decir que lo oigo. Es como un ronroneo suave, como una marabunta de hormigas. ¡Ah si! Es la perra, debe haberse colado debajo de la cama y estará royendo su hueso falso de piel de cabra. Pero... un momento... ¿la perra? Mi padre se llevó la perra ayer por la noche a su casa. Hoy iba ha hacer una caminata y se llevaba al animal con él. Entonces... ¿Quien está debajo de la cama? Y algo que me preocupa, ¿Que está mordiendo? Decido moverme sin hacer ruido para ver de que se trata. Es en ese momento cuando lo noto. Y ahora si que es correcto decir que lo noto, ya que al moverme, el colchón se mueve conmigo. Es como si estuviese durmiendo en una cama de agua. Pero mi colchón no es de agua, es de esos rellenos de espuma, de los de toda la vida, de los que te destrozan la espalda. Esa es la primera certeza que tengo de que sea lo que sea que hace ese inquietante ruido no esta debajo de la cama, si no y literalmente, dentro de ella. Un escalofrío de repulsión me recorre la espina dorsal. Debe haber bichos allí dentro. Intento levantarme pero no puedo, el asco me tiene paralizada. Miro al techo apenas iluminado por la luz del alba. Cojo fuerzas de un suspiro e intento levantar las mantas sin provocar a mis recién descubiertos inquilinos. Intento moverme, debe haber sido un movimiento algo brusco ya que escucho un chillido estridente del interior de mi cama. No por favor. Que no sean ratas. Pero si lo son, debía haber un nido y se han reproducido, no me extraña. Mi suegra nos dio este colchón por que no teníamos para comprar uno nuevo, y nos lo dio infestado de roedores. Me siento asqueada, tengo que levantarme, pero ellas notarán cuando yo me mueva y me atacarán, me morderán la piel y se me engancharán en el pelo, me lo arrancaran a mechones. Se están poniendo violentas, se mueven tanto que mueven el colchón, además chillan. Ya no solo chilla una si no toda la maldita familia de ratas. Cierro los ojos, he de levantarme de la cama. Apoyo las palmas de las manos para darme impulso y levantarme de un salto. Me da igual partirme la cabeza contra la pared de enfrente, solo quiero salir de allí, y voy a hacerlo cuando me doy cuenta de que debajo de la palma de mi mano derecha hay algo. Es algo blando y caliente, y además se mueve. Es una de ellas. Tengo una rata repugnante atrapada debajo de la mano. Al darme cuenta de que si la suelto vendrá a por mi, la agarro con más fuerza, pero no quiero aplastarla, quizás si sus familiares roedores oyen como crujen sus huesitos, se vuelvan locas (más de lo que están) y me pase algo de verdad. Pero tengo que salir de ahí. ¿La suelto y me marcho de un salto, o me quedo ahí sujetando a la fiera?